martes, 8 de septiembre de 2009

De corazones rotos

Ya entrados en gastos, podemos seguir hablando sobre las relaciones interpersonales. Yo sé que es un tema aburrido y con el que nadie se identifica !pero soy necio e insisto!

En este momento, me gustaría hablar particularmente sobre los desencuentros amorosos, específicamente en las personas que somos menores de 35 años.

Hablo de este rango generacional específicamente por dos razones fundamentales. La primera es que hay un alto porcentaje de mexicanos que se encuentran en el rango de edad que va de los 20 a los 35 años, por lo que, estadísticamente, es más probable que la gente que me lea, se encuentre dentro de este rango de edad. En segundo lugar, es una generación que comparte una característica distintiva. Es la generación que literalmente careció de progenitora (lo digo asi para que no suene ofensivo).

Es la primer generación en méxico, que fue educada por las abuelas, la televisión, los videojuegos y demás artilugios, dado que la madre de la familia, se ausentaba a trabajar . Quiero hacer notar que hablo de generalidades, obviamente hay muchísimas honrosas excepciones, asi es que no nos pongamos a la defensiva ni nos sintamos aludidos.

Por último, quiero dar una razón personal, y es que yo mismo me encuentro dentro de dicha generación, y obviamente he pasado por ese tipo de desencuentros. Quizá las respuestas que he encontrado e investigado, le sean de utilidad a alguien más.

Bien, muchos estudios se han hecho sobre los niveles de afectación que produce en la vida social, la ausencia parcial de la madre, por tener que salir a trabajar, sin embargo, no es momento de discutir dichos estudios, centremonos en las repercusiones que tiene a nivel pareja este tipo de situaciones vitales.

Para empezar, somos una generación hedonista y egoísta, preocupada por satisfacer las necesidades personales; buscamos la satisfacción rápida y fácil a nuestros deseos. Pero al preocuparnos por nosotros mismos, dejamos de lado, que el otro también tiene necesidades y busca a satisfacción inmediata al igual que nosotros.
Desafortunadamente, también formamos parte de una generación que no sabe comunicarse y eso se convierte en un problema cuando tenemos que congeniar nuestros deseos con los deseos o necesidades de el o la susodhich@.

En fin, estas características son suficientes para recrear la siguiente escena:

-Pero nena, yo todavía te quiero y quiero estar contigo.

-Yo también te quiero, pero no podemos estar juntos.

-Pero ¿Por qué? ¿No recuerdas todos los buenos momentos que hemos pasado juntos?

-Osea sí ¡Pero no es suficiente!

-Pero ¿Por qué no es suficiente? Te he entregado todo lo que tengo y soy (el pensando en sacrificios, trabajos, fiestas a las que no se asistió).

-Es que entiende, ya no queremos lo mismo (ella pensando en que nunca tiene tiempo para ella, ya no es detallsita, le ha mentido para irse de parranda con sus cuates).


Podríamos seguir relatando la presente discusión por horas, sin embargo creo que con este pequeño fragmento basta para hacer notar que el problema, lo que en realidad causa las rupturas amorosas, es la incapacidad para comunicar las necesidades. Todo mundo hemos oido que las mujeres desean atención mientras los hombres desean brindar seguridad en base a su trabajo ¿Pero esto implica que las mujeres no deseen trabajar o éxito profesional? o ¿Qué los hombres no necesitan sentirse queridos y consentidos? ¿Obviamente no!

Pero ¿Cómo enterarse? ¿Cómo saber lo que uno tiene que hacer si nadie nos lo enseña? La persona que está a nuestro lado, al igual que nosotros, ha pasado por varias rupturas y desencantos amorosos, por lo que ya no tiene la paciencia para enseñarnos el como debemos amar, la forma que para él o ella, es la correcta. Nos cerramos, no tenemos paciencia, no nos comunicamos, y queremos que por arte de magia llegue él o la indicada que se adecuará a nuestros deseos y necesidades.

Esa es la última de las funestas características derivadas de ser hijos de madres trabajadoras. Nadie nos enseñó que la satisfacción de las necesidades y deseos, no se alcanzan de manera inmediata. Requieren trabajo, requiere de una cierta cantidad de esfuerzo el alcanzar una meta, llámese comprar un carro, llámese ir de vacaciones, llámese construir una amistad. Cualquier cosa requiere trabajo y una relación de pareja no es la excepción, pero ¿En realidad estamos dispuestos a luchar lo que queremos? o ¿Solo deseamos que aparezca el príncipe azul o la cenicienta de nuestros anhelos, sin esfuerzo de nuestra parte?

Ahora bien, no quiero decir que en otras generaciones no exista la incapacidad de comunicarse, o que antes de esta generación de las madres ausentes la incomunicación no sucediera. Solo digo que debido a la necesidad de que las mujeres salgan a trabajar, esta incapacidad de comunicarse, se ha agravado y acrecentado, dado que, no tuvimos quien nos enseñara la importancia y necesidad de comunicarnos. Repito, es una generalidad, obviamente hay honrosas excepciones.

Los dejo por ahora queridos lectores,
Nos seguimos leyendo.


miércoles, 19 de agosto de 2009

¿Reptiliano y femenino?

En principio debo ofrecer disculpas por esta larga e indeseada ausencia, sucedida por problemas técnicos con los fierros de mi computadora; ya saben, los fierros no tienen palabra de honor.

Tras este largo receso y haber dejado abierta la puerta para la siguiente entrega referente a los cerebros reptilianos es momento de continuar.
Nos quedamos en que la respuesta de la posesividad y los celos, están regulados por la testosterona en el área cerebral conocida como "el cerebro reptiliano". Después de esta recepción y modulación de la respuesta emocional, en este caso los celos, entra en juego un segundo filtro, que es la corteza cerebral.
Bien, ya hablamos acerca del caso masculino, pero ¿Qué hay de los celos femeninos? ¿Están regulados por un sistema diferente? ¿Son inexistentes y las mujeres no son celosas? lo que a la larga ¿Convierte a los caballeros en orangutanes inseguros?

En realidad, nada de eso, aunque no lo crean, el proceso incial es exactamente el mismo, tanto en hombres como en mujeres; la testosterona está involucrada en estas respuestas emocionales de defensa y territorialidad. En efecto, el cerebro femenino también tiene testosterona, aunque en menores cantidades que en el cerebro masculino. La diferencia radica en el filtro que provee la corteza cerebral, y como mencionaba en el anterior texto, la sofisticaciónde la respuesta, depende directamente del tipo de educación que tengamos (entendiendo como educación, la estimulación de nuestro cerebro). A mayor educación, poseemos mayor cantidad de conecciones neuronales, que a la larga, se traduce en mayor cantidad de información que puede ser procesada al mismo tiempo (hay más cosas que consideramos antes de emitir una respuesta).

En el caso masculino, la respuesta está orientada a la territorialidad y la posesividad, y en muchos casos, de una manera "simple" dada la orientación que tiene el cerebro masculino a la concreción y la practicidad. En el caso femenino, la respuesta es más elaborada dado que el cerebro femenino tiende, además de un mundo menos concreto o más metafórico, a la administración de los factores que intervienen en una situación, evento, conducta, etc.

Con esto no quiere decir que una respuesta sea mejor que la otra, simplemente son diferentes.

En fin ¿Quién no ha presenciado (en su defecto, sufrido) una de esas explosiones emocionales de ira celotípica femenina? donde pasan miles de ideas por sus cabezas y cada una ayuda a que se molesten más. ¿No son territorailes? ¿No es una respuesta de posesión o control sobre la otra persona?

¡Por supuesto!
Por lo que concluiría:

Considerar que las mujeres son celosas por su naturaleza maternal, o que "pobrecitas, no pueden elaborar una respuesta práctica y cocreta y siempre se dejan llevar por sus emociones" es tan discriminatorio, manipulador y denigrante, como considerar al hombre un cavernícola por expresar sus celos.

En ambos casos, tanto hombres como mujeres, tenemos derecho a expresar lo que sentimos, sea amor, celos o posesión. El único problema es ¿Cómo lo expresamos? Dado que comunicarse, es la única forma de construir una mejor relación, tomando acuerdos; y no destruir el futuro por rencores o auntos no resueltos.

De eso se trata justamente; construir una equidad a pesar de las diferencias, que no es lo mismo que pensar en igualdad.

Muchas gracias por sus comentarios y nos seguimos leyendo!!!

jueves, 23 de julio de 2009

De diferencias...

Es curioso queridos bloggeros, que en esta época de "el amor en los tiempos de la influenza" sigamos creyendo en cuentos de hadas.
Lo digo porque ultimamente he escuchado a diferentes personas expresar su lista de regalos para navidad, o lo que es lo mismo, su lista de deseos o cosas en que se fijan para que alguien les interese. ¡Son maravillosas! Comienzan desde la presunción de ser realistas gracias a los previos fracasos (como si cometer un error evitara volverlo a cometer), consolidan el discurso diciendo que NO buscan al principe azul o a su Angelina Jolie (aquí viene lo extraordinario) culminan la disertación diciendo: PERO...
Este pero abre la puerta para enlistar tooooooodas las características o requisitos que el o la candidata deben cumplir para ganarse el favor de nuestros cariñitos. Que si debe comunicarse, ser tierno(a), respetuoso(a), caballeroso (o una dama), inteligente, seguro(a) de si mismo(a), nada celoso(a), etc.
Lo que frecuentemente no pensamos, es que por principio de cuentas, esa lista de requisitos no corresponde a la realidad. Nadie nos dice lo evidente ¡Somos diferentes!
Estas diferencias no solo se refiere a la genitalidad; nuestros cuerpos estan llenos de sustancias diferentes, nuestras hormonas son diferentes, nuestros cerebros son diferentes. Toda esta serie de diferencias condicionan el hecho de que pensemos, sintamos y actuemos de esa forma: ¡Diferente!
Ninguno es mejor que el otro, simplemente nuestros cerebros estan preparados o "especializados" para realizar tareas diferentes. El cerebro femenino esta diseñado para percibir al mundo de manera simbólica (soñadora y metafórica). El masculino esta diseñado para ser pragmático (asumir los eventos de forma práctica y concreta).
La pregunta es ¿Cómo pedirle a una mujer, que no fantasee y que asuma el mundo de forma práctica? ¿Cómo pedirle a un hombre que sea romántico y use lindas metáforas para conquistar a una mujer?
No quiero decir que sea imposible o que no suceda, hay personas capaces de lograrlo, sin embargo, no son el común o el grueso de la población. De este punto surgen dos nuevas preguntas. La primera es ¿Por qué algunas personas si son capaces de entender el mundo simbólico de una mujer o el mundo pragmático de un hombre? y la segunda es ¿Por qué estamos buscando un ideal alejado del mundo real y tangible? ¿No sería mas sencillo buscar algo real y aceptar las diferencias, en lugar de querer que las cosas se hagan a nuestra manera?

Como pueden imaginar, este tema de las diferencias tiene muchísima tela para cortar, y asi lo haremos...
Seguimos en contacto.

martes, 21 de julio de 2009

De teorías psicológicas...

En la psicología, como en la vida misma, hay gran cantidad de interpretaciones o formas de entender la realidad; desde las que ponen etiquetas para clasificar a las personas en diferentes categorías o bajo nombres de enfermedades, las que proponen acosejar a un paciente, las que estan totalmente en contra de aconsejar y proponen que todo el tratamiento se base en realizar preguntas, hasta los modelos que estan en desacuerdo con ponerle a la persona una etiqueta de enfermo, y solo es abordado como una persona con problemas a resolver.
Generalmente, los psicólogos somos educados para asumir y especializarnos con una "escuela" o corriente ideológica que defina, delimite y sustente nuestra actividad profesional. Desafortunadamente, al especializarnos en una visión de las cosas, despreciamos al resto de visiones o posibilidades de entender la naturaleza de un problema desde una óptica diferente. Esto es importante ya que nos conduce ante una diferencia entre el ser y el deber ser.
En medicina, una de las reglas de oro es: "No existen enfermedades, si no enfermos" y esta regla no es más que un reconocimiento de la individualidad; de que una enfermedad no se comportará exactamente de la misma forma en dos personas diferentes, por eso, por que son diferentes.
Esta regla es también parte fundamental de la psicología. Se debe trata a los pacientes como individuos con necesidades, conocimientos e historias diferentes, ya que esas historias van a condicionar la forma en que la persona conoce o entiende al mundo que lo rodea, incluso a su mundo interno, especificamente, sus problemas o "enfermedad".
Lo paradójico, es que como psicólogos, usamos la "escuela" o la explicación de las cosas que hemos aprendido para abordar la problemática de la persona que nos consulta y en efecto, tomamos en cuenta la situación particular o individual de la persona, su historia, creencias, etc. Sin embargo, le pedimos a esa persona que se adecue a las respuestas que nuestra teoría puede dar; desdeñando la posibilidad de que nuestra teoría, no encaje con las necesidades individuales y específicas de nuestros pacientes.
Somos especialistas en una teoría y le ofrecemos a los pacientes el tipo de respuestas que esa teoría ofrece. Eso somos, sin embargo ¿No deberíamos buscar entre las diversas teorías o explicaciones, la que ofrezca las respuestas más adecuadas a las necesidades de nuestros pacientes?
En otras palabras, usualmente no establecemos una relación de pareja con alguien de quien "solo nos gustan sus ojos" porque a la larga, no solo necesitamos que nos gusten sus ojos ¿No?
Necesitamos alquien que nos comunique, que sea nuestro complice, en fin, que nos satisfaga o llene más. Creo que es lo mismo con la actividad del psicólogo. Deberíamos brindar al paciente la respuesta específica a sus necesidades, sin importar el corte, o la teoría de donde provenga, por lo que, el psicólogo debería tender más a la "universalidad" al manejo de diversas teorías, que a la especialización en una visión "parcial".
¡Espero sus comentarios!
Seguimos en contacto.

lunes, 20 de julio de 2009

¡Bienvenidos!

Heráclito, un antigüo filósofo griego propuso que el orgien de todas las cosas es el fuego.
En realidad, no se refería a que mágicamente aparecieran cosas de una fogata; esas son ideas más dignas de Harry Potter y su caliz de fuego. Se refería mas bien a que las cosas, la naturaleza, los humanos mismos, estamos en un constante proceso de cambio. Esta idea se ve resumida en la conocida frase "Todo fluye, nada permanece".
Los seres humanos a lo largo de nuestra vida cambiamos incesantemente. Cambiamos de forma de vestir, de parejas, incluso de ideas. Desafortunadamente, no siempre estamos preparados para enfrentar esos cambios.
Usualmente estamos tan inmersos en nuestro propio mundo, en nuestras ideas, pensamientos y sentimientos (en entender ese proceso de cambio), que nos olvidamos de escuchar, incluso, olvidamos hablar sobre lo que es importante para nosotros.
Es aqui donde la ayuda de un terapeuta se vuelve crucial; para auxiliarnos en el arduo trance de cambiar; que esos cambios se conviertan en evoluciones y no en zanjas que nos mantengan atrapados en una forma de pensar, en un momento de nuestra vida.
Este espacio que ahora les propongo, espero se consolide como un huequito cibernético donde encuentren respuestas a sus inquietudes, a sus preguntas, a algunas de sus necesidades.
Mi propuesta es que paulatinamente vayamos abordando diversos temas relacionados a la psicología y obviamente, a los problemas cotidianos. Desde temas referentes a la pareja, a la vida sexual, a las emociones, hasta alguna que otra enfermedad que quizá se relaciona de alguna forma con nosotros, ya sea que nosotros o alguien cercano la padezca.
En fin, bienvenidos a este espacio que desde ahora, es mas suyo que mío.
¡Pásenle, ponganse cómodos!